Existe duda sobre si la encomienda fue de los Caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén o del Temple, pero aquí os dejamos un artículo al respecto…
LOS TEMPLARIOS EN ÁGREDA. UN ENIGMA A DESCIFRAR
Resumen del artículo de Pilar Ruiz Cacho en el Programa de Fiestas de la Virgen de los Milagros del año 1999
Hasta hace algunos años se conservaban en lo que hoy es el edificio de la Escuela Hogar, los restos de unas pobres ruinas que se conocían con el nombre de Capilla de los Templarios.
Posiblemente en una fecha no muy alejada de la muerte del Batallador le fue donada al Temple en esta Villa la finca de la Dehesa. Lo pantanoso de estas tierras y lo quebrado de las circundantes hace suponer que los caballeros del Temple realizaron los trabajos precisos para su saneamiento y explanación. A esta orden debe Ágreda su dehesa boyal.
Existe constancia documental de que la finca de Ágreda fue una bailía templaria que dependió de la Encomienda de Novillas. Entre otras posibles edificaciones, hasta 1930 eran visibles las ruinas de una iglesia románica de una sola nave, dividida en tres tramos por arcos fajones, y ábside semicircular precedido de tramo recto. La nave se cubría con bóveda de cañón, el tramo recto que precedía el ábside lo hacía con cañón apuntado, y este con bóveda de horno. Un arco de triunfo, muy apuntado, apoyando en medias columnas con capiteles vegetales, daba paso a la nave. El ábside ostentaba solamente la ventana ritual en el centro. Poseísa dos portadas, una al norte y otras al sur – en estos años de 1930 de la principal no había quedado nada, por haber desaparecido todo el muro meridional de la nave-. La iglesia estaba construida en mampostería, aunque las esquinas eran de piedra de sillar. Anterior, con seguridad, a las construcciones de Ntra. Sra. de La Peña, San Miguel y San Juan, sería también de la iglesia más antigua de esta orden en la provincia de Soria, pues San Polo de Soria y San Juan de Ucero son posteriores.
A la presencia templaria en Ágreda se atribuyen también el llamado Cristo de “los Templarios” –imagen del s. XIII de gran expresividad- y el estanque que se supone fue un criadero de truchas –el pescado era un aspecto importante en la alimentación de los frailes ya que la regla prohibía tomar carne más de tres veces por semana- y la fuente de agua sulfurosa, con propiedades medicinales.
Los bienes templarios, una vez disuelta la orden en el Concilio de Viennes (1311), fueron concedidos a otras órdenes militares o puestos a disposición de la Corona. Los terrenos de la Dehesa pasaron a ser dehesa boyal y debió regularse la utilización de sus pastos por la concesión de Alfonso X a los labradores económicamente débiles.
Hoy de los Templarios queda en Ágreda el recuerdo, la realidad de unas tierras fértiles cuidadas y desecadas por ellos, y la apasionante posibilidad de un todo por investigar y descubrir.
